Zelda, en traje de faena |
Tal vez fueron los inventores de las fiestas de pijamas, o, al menos vestidos de esa guisa acudieron a un lujoso evento en Hollywood, para burlarse así de los cada vez más extravagantes ropajes de las estrellas de cine. Y, sí, triunfaron.
Aunque, probablemente, la anécdota más sonada ocurrió en una fiesta que dio la actriz Carmel Myers en su mansión. Scott, jugando a ser mago, sustrajo joyas y carteras de los invitados para desaparecer después. La anfitriona lo encontró junto a Zelda cuando acudió a investigar un olor extraño que procedía de la cocina: los chicos habían puesto a cocer lo recolectado. En salsa de tomate.
Se bañan en fuentes públicas, corren sobre los taxis, cuecen brillantes en salsa de tomate... y luego les parecen extravagantes las estrellas de Hollywood.
ResponderEliminarNo sé como digerir esto. Casi prefiero el pollo frito a la americana acompañado de whisky sour.
Diferentes varas para medir lo propio y lo ajeno.
ResponderEliminarEl escándalo es una buena bandera. El problema es que no dura demasiado.
ResponderEliminarUna buena bandera para.. ¿Qué? ¿Quién? No acabo de verlo. Me lo expliquen.
ResponderEliminarEl único que creo que en el fondo ha salido beneficiado del escándalo es Rafael ;)
Juas. Pues sí, aunque no solo él. Fíjense en los programas dedicados a eso en las televisiones. Más de lo mismo.
EliminarLo de la bandera: escandalizar es una buena manera de llamar la atención, de marcar diferencias. Creo.